En momentos extremos mi maestra recita mantras para darse fuerzas. Finalmente es tu mente la que te mandetiene al filo de la navaja o te obliga a abandonar. Durante algún trecho en practicas nació una bebé prematura, tan prematura que los medicos dijeron que no sobreviviría. Pero ahí estuvo ella aferrada a la vida. Claramente había riesgo de ceguera, infecciones, problemas de desarrollo pero ella seguía luchando. Hoy pensaba que cuando creces la lógica acaba matando la esperanza. Me explico: Cuando eres un recién nacido, sin lógica, y crees sólo en tu instinto, las ganas de vivir, te da igual tener absolutamente TODO en contra. Luchas por sobrevivir, con todas tus fuerzas. En cambio cuando somos grandes y nos ponemos a pensar, con suerte saldríamos de la casa, ni te iriras a pasear con un desconocido, ni mucho menos nos enamorariamos porque, es casi casi seguro que en el camino pase algo y todo salga mal. Yo no quiero recitar mantras. Quiero ser como un bebé prematuro y aún cuando no exista ninguna probabilidad seguir creyendo y luchando. Siempre.
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