Por ejemplo, si te amputan una pierna puedes seguir sintiendo cómo se mueve, o cómo te pica o cómo te duele. No soportarías que nada ni nadie invada el lugar que debería ocupar tu pierna. Ésto, porque aún despúes de que no quede tejido, algunos receptores se vuelven hiperactivos, y el cerebro, que se ha dedicado toda una vida a recibir estímulos de éste miembro, comienza a crear sensaciones por su cuenta. Creo que con las personas que han formado parte de tí y que has perdido sucede exactamente lo mismo: sentimos cómo se mueven, cómo pican, cómo duelen. Y tampoco soportamos que nadie ni nada invada el lugar que deberían ocupar. O por el contrario, buscamos desesperadamente un "reemplazo" con el fin de evitar el vacío.
Es todo un cacho. Porque estamos vivos, pero llenos de miembros amputados, llenos de muertos. La amiga que se enojó,los ex pololos, la polera favorita que se manchó y debimos botar, el trabajo que perdiste, el tiempo mal invertido, en fin. Ya sabemos que la lista es interminable. Tenemos muertitos y muertotes enredados en nuestras células vivas. Respiramos tanta muerte entre tanta vida, tanto vacio entre tanta abundancia que nos sentimos in-to-xi-ca-dos. Y de ahí nacen los dolores en el pecho, los retorcijones en la guata, las diarreas, migrañas, urticarias, colon inflamados y suspiros. Y en eso se convierten nuestras amputaciones. En el mejor de los casos las personas valientes transformarán esa ausencia en deseo y se lanzarán hacia su sueño. Excretarán sus muertitos y muertotes para transformalos en experiencia y podrán palpar la vida al abrir los brazos. Y es por eso que creo que cada pérdida, cada conflicto, cada sueño roto no a echo más que acercarme a lo que realmente quiero. Cuando el recuerdo es sólo un recuerdo y deja de ser un fantasma, entonces ya ganaste la mitad de la batalla.
Es todo un cacho. Porque estamos vivos, pero llenos de miembros amputados, llenos de muertos. La amiga que se enojó,los ex pololos, la polera favorita que se manchó y debimos botar, el trabajo que perdiste, el tiempo mal invertido, en fin. Ya sabemos que la lista es interminable. Tenemos muertitos y muertotes enredados en nuestras células vivas. Respiramos tanta muerte entre tanta vida, tanto vacio entre tanta abundancia que nos sentimos in-to-xi-ca-dos. Y de ahí nacen los dolores en el pecho, los retorcijones en la guata, las diarreas, migrañas, urticarias, colon inflamados y suspiros. Y en eso se convierten nuestras amputaciones. En el mejor de los casos las personas valientes transformarán esa ausencia en deseo y se lanzarán hacia su sueño. Excretarán sus muertitos y muertotes para transformalos en experiencia y podrán palpar la vida al abrir los brazos. Y es por eso que creo que cada pérdida, cada conflicto, cada sueño roto no a echo más que acercarme a lo que realmente quiero. Cuando el recuerdo es sólo un recuerdo y deja de ser un fantasma, entonces ya ganaste la mitad de la batalla.